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NIP 15/08/18 CdMx (Por: Fidel C. Flores C.) A finales de la presidencia del panista Vicente Fox (2006), recuerdo haber escrito y publicado un análisis sobre los adversos resultados conseguidos y la percepción de oportunidad histórica perdida, tras vencer al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó siete décadas con despotismo y otras anomias sociales. Sin embargo la estructura y régimen Priista continuó fortalecido con nuevos acuerdos neoliberales e intereses comunes.
Posteriormente Acción Nacional se extendió en el poder con el arribo de Felipe Calderón (2006-12) en una elección sesgada, cuestionada y nada clara. Los poderes fácticos habían operado bien, bajo el lema “López Obrador es un peligro para México”. Ya con el control de la presidencia y el sistema neoliberal en marcha se instauró una “guerra contra el narcotráfico” y la violencia se incrementó afectando a la sociedad civil. Resultado, crecimiento alarmante de victimas en todo el país.
Seis años después reaparece el PRI renovado, con un apoyo mediático contundente y cínico que cubrió todos los flancos impulsando la presidencia de Enrique Peña Nieto (2012-18), el manejo de su imagen y marketing fue impecable. La maquinaria de quienes crearon la cultura política de México –incluido vicios- otra vez funcionó. Mientras la crisis económica y reformas constitucionales seguían polarizando al país.
En septiembre de 2016 escribí el análisis ¿Qué sigue después del pero buéh?. Allí me lamento de la indolencia, desmemoria, conformismo y simulación para reproducir el actual estado de las cosas. Vivimos en el país del “no pasa nada” y así nos lo restriegan en la cara constantemente organizaciones internacionales. Pero pretextos gubernamentales como: la crisis viene del exterior y actuaremos con la debida responsabilidad, iban siendo rebasados por nuevos escenarios.
Tecnología, virtualidad y redes sociales se popularizaron ¿qué significaba esto? una primera lectura es que la generación “milenio/millennials” fue cimbrando paradigmas antiguos de contenidos y comunicación masiva (otrora exclusivo de Televisa, TV Azteca y otros consorcios).
El naufragio social y entreguismo del presidente Peña Nieto se fue haciendo evidente: la corrupción, impunidad, connivencia económica e inconformidad se fue desbordando y nutriendo de estudiantes, desempleados, amas de casa, empresarios y académicos.
Así, los graves pendientes desnudaron a una partidocracia insensible y soberbia con remuneración y privilegios desmedidos frente al misérrimo salario mínimo. En ese tiempo –mi observación- señalaba que el 1 de julio de 2018 llegaríamos a la última oportunidad de poner a prueba nuestra capacidad de articulación ciudadana buscando un cambio que inicie una justa equidad distributiva. La otra opción era impensable y próxima a la vorágine violenta.
No fue necesario, triunfó la primera iniciativa el izquierdista Andrés Manuel López Obrador (AMLO) del Movimiento de Regeneración Nacional, ya es presidente electo y su fortaleza (mes y medio después) sigue creciendo con un ejercicio de agenda inédita, acelerada e histórica. El respaldo del 53.2 por ciento de los votantes que generó un tsunami político lo llevó a la presidencia, con mayoría en ambas cámaras legislativas, gubernaturas alcaldías y otras autoridades, arrasando –literal- a todos los partidos tradicionales.
Seguramente después del 1 de diciembre día en que AMLO ascienda al poder como presidente en ejercicio, la exigencia será aún más intensa por las enormes expectativas y esperanzas que generó en el contexto previo y su constante promesa de “no les voy a fallar”.
Un país desgarrado que en la última década suma 270 mil personas asesinadas y más de 37 mil desaparecidos, solo este primer semestre de 2018 cierra como el más violento del sexenio con 13, 750 asesinatos, otro dato es que los homicidios en 2017 tocaron su peor nivel en al menos tres décadas y ni hablar de los periodistas, ya que organismos internacionales de prensa informan que México se encuentra entre los primeros lugares de violencia mortal contra los que ejercen el oficio.
En relación al control, manipulación y censura periodística este se reflejó en distintos grados y medios, dos casos emblemáticos en este siglo José Gutiérrez Vivó y Carmen Aristegui Flores. Para entender mejor al primero, repasemos un fragmento de Ricardo Rocha escrito en el libro “La batalla de Gutiérrez Vivó” El acoso Foxista a la libertad de expresión de Alejandro Toledo.
“Los vientos de la furia fueron brutales: la cancelación de partidas publicitarias oficiales, la persecución fiscal a través de feroces auditorias y la estigmatización –como lopezobradoristas- a quienes cometieron el pecado de no sumarse al linchamiento y trataron con equidad a los contendientes (de la elección presidencial de 2006).
Una falta imperdonable desde la arrogancia ranchera del poder, a la que se sumaron sumisos todos los órganos del gobierno y no pocas empresas y organismos privados para apretar el pescuezo de los rebeldes. Por lo que me duele profundamente la salida del aire -después de varias décadas- de Monitor y José Gutiérrez Vivó, debemos rescatar y reconocer su inmenso aporte profesional al periodismo mexicano en su sentido más amplio”.
Mientras se acerca el 1-D (transición de gobierno) cambios enérgicos se anuncian desde la austeridad republicana hasta la ejecución de promesas y planes expuestos en campaña. Una postura de López Obrador sobre libertad de expresión se refiere a los dos periodistas anteriores, en entrevista concedida a Jesús Sibilla de Telereportaje (XEVT 104.1 FM), el presidente electo afirmó que “Procuraré su regreso a los medios masivos. Libertad completa, respeto al derecho a disentir, a la crítica, en mi gestión no va a haber censura, ni casos lamentables como los ocurridos a Gutiérrez Vivó y Carmen Aristegui”. Definitivamente nuevos tiempos políticos.
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PAN, panista. Relativo al Partido de Acción Nacional, fundado en 1939.
PRI, priista. Relativo al Partido Revolucionario Institucional, fundado en 1929.
(*) Periodista y Economista (EPCSG y UAM-A)