“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Augusto Monterroso (Escritor hondureño)
“Me encontré con un México donde todos critican al gobierno, pero a la vez quisieran estar dentro de él” Carlos Toranzo (Economista boliviano)
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En la etapa universitaria una de las definiciones sobre Cultura -que llamó mi atención- se refería a que es un lenguaje del comportamiento social que se compone de una especie de “gramática” y “habla”. La gramática vendría a ser el conjunto de categorías y reglas, (elementos que permanecen de la cultura), y el habla la forma que se expresa ese conjunto, (cambiante y variable). Así en la dinámica social (política, económica, etc), en contextos de continuidad y cambios, la gramática sería a la sociedad lo que el subconsciente al individuo; una estructura profunda, no visible, pero que se manifiesta en el comportamiento de sus integrantes.
En este sentido, para que los procesos de cambio tengan lugar en una sociedad deben enfrentarse primero a la estructura de esta; el resultado de la adecuación entre las fuerzas conservadoras y las del cambio constituyen la historia de dicha sociedad.
Los puntos de inflexión (significativos) en la gramática cultural se dan en momentos de mayor impacto social (conflictos, violencia extrema, polarización, etc); de otra forma son lentos y en la mayoría de los casos manipulados, estos actúan gradualmente sobre la sociedad. La gente los absorbe y asimila a partir de una cultura preexistente o de intereses económicos que van domesticando conciencias.
Es en este contexto que la cultura política vendría a ser la gramática de las relaciones de dominación, subordinación, cooperación y reproducción; es decir, la gramática del control social: del poder y su forma de expresarse.
En el caso de México la construcción del discurso político por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), explica la reproducción y adecuación del sistema mexicano hasta nuestros días, con el regreso del “dedazo” presidencial, los pactos subterráneos c/o sin capuchas ideológicas (con el PAN y otros) de cara a las próximas elecciones presidenciales.
Ahora vuelven los discursos y ridículas manifestaciones de antaño (sectores duros), el fortalecimiento de redes internas y mitos de cosmovisión política, uso de tiempos y espacios, guerra sucia, cooptación encubierta, entre otros elementos característicos y ya estudiados –claro- en medio de la virtualidad de nuestros tiempos.
Pareciese que el sentido común ha desaparecido o es cínicamente modificado a conveniencia propia, “Aquí la mayoría critica al gobierno pero anhela estar en el” (C.Toranzo), parafraseando a un líder político que en la cumbre del Priato afirmaba “el que se mueve, no sale en la foto”, o definitivamente “es un error vivir fuera del presupuesto”.
¿Sentido común extraviado? Sí, porque existimos entre administraciones fallidas, una economía doble/cara, un sector mediático que matiza y relativiza todo valiéndose de miles de razones, así –ellos- continúan beneficiándose del sistema, con lo cual se explica el nulo interés por el “bien común”.
Algunos ejemplos al finalizar 2017 previo al gastadero de dinero público: Magro crecimiento económico, desempleo generalizado, pérdida del poder adquisitivo, incremento del crimen organizado (violencia incluida) y pobreza extrema (en más de 50 millones de ciudadanos) y no pasa nada. La reproducción del sistema continúa renovado y predecible. Continuamos viviendo en medio de sectores estructurados verticalmente, donde capital y poder se expresan mediante estructuras visibles que concentran a su alrededor a grupos de individuos ordenados jerárquicamente, según el nivel de recursos que disponen; en consecuencia, a través de esas jerarquías se conforman (según estudios) patrones de lealtad, connivencia, estilos de vida, ideologías flexibles y subculturas.
En realidad en México, el Priosaurio nunca estuvo herido de gravedad en su estructura de poder, sigue latiendo en un Estado corporativo, vertical, autoritario, presidencialista y con pactos donde no importan ideologías; solo el poder, además de la unión en torno a enemigos políticos comunes. Respecto al Partido Acción Nacional (PAN) que en sexenios anteriores estuvo en el poder, solo propuso la democracia política y echó a perder casi todas sus propuestas iniciales unas por ignorancia, otras por codicia de sus propios políticos.
En este contexto, ayer el presidente Peña Nieto dio su visto bueno a la candidatura presidencial de José Antonio Meade, evidenciando un PRIAN previsible, donde lo que menos importa son -repito- las ideologías, la congruencia y por supuesto el ciudadano común. El ungido además cuenta con la bendición de los expresidentes Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y una estrecha relación con círculos cercanos a Felipe Caderón. Basta revisar los antecedentes de Meade, un cumplidor funcionario “neoliberal”, modelo económico devastador para la economía y soberanía nacional, el cual Salinas de Gortari aplicó, junto al Tratado de Libre Comercio (EEUU, Canadá y México) cuyos resultados saltan a la vista. Ese es el escenario en que nos encontramos rumbo a 2018. Así las cosas, aunque se vislumbra un horizonte “gandalla” hay que continuar exhibiendo esa y otras acciones nefastas en la cultura política del país.
(*) Periodista y economista.
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