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“Adiós, Federico. Qué enorme tristeza” fue lo primero que alcanzó a escribir en twitter el cineasta Guillermo del Toro. A él, el mexicano, el actor argentino que acaba de morir ayer le debe gran parte de su carrera de hombre maduro. El actor joven se lo debe a Adolfo Aristarain, que lo dirigió en tantos filmes.
“Federico Luppi se ha ido. Nuestro Olivier, nuestro Day Lewis, nuestro genio, Mi amigo querido. Hombre bueno y leal. Adiós, Federico, siguió diciendo Guillermo del Toro, con fotografías de él en el Espinazo del Diablo, Cronos y El Laberinto del fauno, ganadora de tres premios Oscar.
El cineasta siempre ha sido fanático de Luppi, al punto de que escribió el personaje de Mimic –que terminó haciendo Giancarlo Giannini- para él.
“Originalmente lo escribí y lo diseñé para Luppi, charlé con él y estábamos todos muy contentos, pero el inglés de Federico en aquel momento era atroz: ininteligible. Para mí era una continuidad fetiche, me interesaba muchísimo. Federico es un extraordinario actor, uno de los grandes de todas las nacionalidades de habla hispana. Lo que más extraño de rodar en español es hacerlo con él”, dijo Guillermo entonces.
Considerado por muchos como “el actor fetiche” de Del Toro, Federico Luppi fue protagonista de Cronos y uno de los actores principales de El espinazo del diablo, en la que actuaba junto a Marisa Paredes y Eduardo Noriega.
Si bien en El laberinto del fauno, los papeles protagónicos están reservados para un cuarteto hispánico (Maribel Verdú, Sergi López, Ariadna Gil y la niña Ivana Baquero), el director le reservó un rol muy especial, breve pero importante, que no se puede develar sin arruinar la sorpresa.
“Federico es un actor que considero como propio. Cuando trabaja con otro, siento como si me fuera infiel —dice—. En esta película quería que lo suyo fuera un cameo al final. Era perfecto para ese papel. No quiero adelantar nada, pero siempre lo vi a Luppi en similares términos teológicos que los de su personaje”, dijo Guillermo en una entrevista que le hiciéramos.
Federico Luppi tenía 81 años. A su edad es muy fácil morir, pero su estampa cinematográfica nos hizo creer que era inmortal. Un accidente en la cabeza lo tuvo internado desde abril y por eso tanto en España, como en México y sobre todo Argentina, donde fue uno de los mejores actores, la despedida es triste.
En Tiempo de revancha (Adolfo Aristarain), él se corta la lengua para no hablar, una película de 1981 que hoy se vuelve actual en su país de origen, donde en los últimos tiempos había sido dejado de lado por sus ideas políticas.
“Desolado por la muerte de Federico Luppi. El mundo hoy es más gris. Inmenso ser humano, grandísimo actor. Gracias por todo, Fede”, fue la despedida del actor Juan Diego Botto, que hoy hacemos propia.
FUENTE: http://www.sinembargo.mx/21-10-2017/3333910
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