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(…) En 1937 el club donde Samitier había chutado prodigios no tenía una peseta en sus cajones y los directivos temían que los jugadores fueran movilizados al frente en la guerra civil. El Barça apenas disputaba algunos partidos de despiste con equipos valencianos y no se vislumbraba la hora en que pudiera hablarse de una liga española.Cataluña era un bastión republicano, pero no todas las fuerzas políticas tenían en alta estima al FC Barcelona. El gobierno de la Generalitat, presidido por Lluís Companys, consideraba que había que preservar al club como un emblema del catalanismo. En cambio, el Comité de Milicias Antifascistas juzgaba que los futbolistas debían asimilarse a la situación histórica, ocupándose de cosas más urgentes que dominar un balón (…)
(…) A fines de 1936 llegó una invitación para hacer una gira por México el siguiente año. En principio, el asunto tenía interés económico (en las arcas del club ya sólo vivía un ratón), pero a medida que se agravaba la situación política, el viaje se convirtió en una suerte de escape. En su libro El Barça en guerra, Josep M. Solé i Sabaté y Jordi Finestres definen este episodio como “La gira salvadora”.
El presidente Cárdenas se involucró en las gestiones: la llegada del Barça anticipó la política de asilo a los republicanos. Por su parte, el presidente Companys apoyó los preparativos en un clima de profética nostalgia. El 18 de mayo de 1937 el FC Barcelona subió a un tren con una alineación que no volvería a jugar en la ciudad condal. El equipo sobreviviría con la intangible condición de las leyendas.En medio de la crisis se volvió importante el miembro más humilde del personal, ese hombre que nadie advierte hasta que un semidiós se viene abajo y es revivido con una esponja muy gastada: el masajista. En la presente época de gloria y caviar del equipo conviene recordar a Àngel Mur Navarro, cuyo principal oficio era el entusiasmo y que se unió a la gira como masajista de última hora. Más de una vez, en los ratos sin brújula del exilio, Mur Navarro levantó los ánimos.
Nadie aliviaría más dolores que él en nombre del barcelonismo. De 1937 a 1973 el masajista forjado en la guerra atestiguaría eminentes calambres sobre el césped y acompañaría a los jugadores como una sombra imprescindible.El Barcelona ganó cuatro partidos en México y perdió dos, participó en toda clase de verbenas, actos democráticos, cenas en el Orfeo Catalˆ. El Universal saludó su desempeño en estos términos: “El Barcelona ganó o perdió y ni sus victorias le hicieron perder la cabeza ni las derrotas, los bríos”.Las paellas vernáculas le supieron bien a los jugadores.
De los 11 titulares, nueve se quedaron en México y dos se exiliaron en Francia. Los suplentes que regresaron a España tuvieron que esperar hasta la temporada 1941-42 para volver a vestir la camiseta blaugrana. Es mucho lo que nuestro futbol le debe a la impronta de los catalanes republicanos. Baste recordar a Mart” Ventolrˆ, cuya recia quijada anticipaba tiros al ángulo, y a su hijo Martín, que deslumbraría a mi generación y participaría en el Mundial de México 70.El presidente Lluis Companys, que apoyó la gira salvadora, fue fusilado en Montjuic, donde ahora se alza el estadio que lleva su nombre. Ante sus verdugos, Companys se quitó los zapatos. No sintió las balas: sintió la tierra de Cataluña. Sus descendientes siguieron la ruta de la emigración. Hoy, su nieta María Luisa Gally Companys dirige con acierto el colegio Luis Vives en la Ciudad de México.”La Cataluña que pudo ser y no fue”, escribe Vázquez Montalbán.
El Barça encontró refugio transitorio en México, pero se salvó al precio de desmembrarse.Sólo Àngel Mur Navarro parecía determinado a regresar bajo el sol Mediterráneo. Ahora que el Barça cosecha millones y trofeos conviene recordar el momento en que se dispersaba hacia canchas sin dictaduras.El equipo hubiera perdurado como una quimera de no ser porque algunos volvieron al sitio del origen. El Barça del Ronaldinho que ganó el Balón de Oro no existiría sin esa sencilla y tenaz resistencia.En 1937 los jugadores decidieron sobrevivir en México y Francia con otros uniformes. Pero el Barcelona no se destruyó: inició su camino de regreso con la fuerza de la fragilidad, animado por un masajista sin otro recurso que una esponja.
MÁS INFORMACIÓN (La gira salvadora per Mèxic i els Estats) EN: https://www.youtube.com/watch?v=eKv7tEjhkfs
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