Por: Aarón Mariscal Zúñiga (Se cita fuente al final)
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Domingo, 11 de diciembre de 2016
Clubes y tiendas realizan actividades para posicionarla como actividad habitual en los cruceños. Gente de todas las clases sociales disfruta de esta práctica intelectual y formadora.
Existen diversas formas de difundir la lectura en Santa Cruz de la Sierra: desde grupos de aficionados que se reúnen entre ellos, pasando por tiendas que ofrecen material de primera mano, hasta casetas donde se comercia lo más barato y accesible al bolsillo boliviano. Algunas instituciones están asociadas, otras con conflictos entre ellas, pero al fin y al cabo con un objetivo común: incentivar a leer. De esta manera, el cruceño cuenta con varias opciones para culturizarse a su alrededor, consumiendo material de todos los géneros y autores.
CLUBS DE LECTURA: PARTICIPACIÓN ACTIVA EN LA DIFUSIÓN
Santa Cruz alberga varios clubs de lectura, que además de reunir a los aficionados a este tipo de actividad cultural, interactúan con el público externo, con el fin de promocionar el hábito de leer. Entre dichos grupos está el Club de Lectura Teatral, que se encuentra en el Centro de la Cultura Plurinacional Santa Cruz, y se dedica exclusivamente a las obras escritas de teatro. También está el Club del Libro, que reúne a gente más mayor y se centra en la producción literaria boliviana. Otros son más cerrados, como el de la Asociación CAF, que promueve la filosofía en el público adulto, pero a la vez tiene un subgrupo dedicado a los hijos de sus miembros.
Entre los grupos juveniles está el Club de Lectura de la carrera Ciencias de la Comunicación, fundado en 2015, y que tiene sus instalaciones en una sala de lectura, dentro de los módulos de la Universidad Autónoma ‘Gabriel René Moreno’ (UAGRM); son el único club de dicha naturaleza en la ‘U’ pública cruceña. Nació en el marco de una serie de proyectos desarrollados por el frente a cargo del centro interno de la carrera, y llegó a producir una revista literaria llamada Caps (abreviación de ‘capítulos’), mediante la cual han llegado a descubrir el talento de 12 escritores entre sus compañeros.
La intención inicial del grupo que organiza el club era subsanar las falencias de lectura comprensiva, redacción, análisis y cultura general que perciben en su carrera, y ha llamado la atención al punto en que llega gente de otras facultades para socializar con sus miembros. A pesar de su acogida en el público, el club ha pasado por un proceso difícil, ya que muchos estudiantes son reacios a la lectura: existe preferencia por el área audiovisual y cultural en otros aspectos.Entre los grupos juveniles está el Club de Lectura de la carrera Ciencias de la Comunicación, fundado en 2015, y que tiene sus instalaciones en una sala de lectura, dentro de los módulos de la Universidad Autónoma ‘Gabriel René Moreno’ (UAGRM); son el único club de dicha naturaleza en la ‘U’ pública cruceña. Nació en el marco de una serie de proyectos desarrollados por el frente a cargo del centro interno de la carrera, y llegó a producir una revista literaria llamada Caps (abreviación de ‘capítulos’), mediante la cual han llegado a descubrir el talento de 12 escritores entre sus compañeros.
Con respecto a su dinámica interna, los miembros del club se dedican a leer dos libros por mes, para así debatirlos y analizarlos; en lo que va del año ya han leído un total de 16. No tienen establecida una calidad específica del material a consumir, razón por la cual leen desde obras originales hasta piratas. En añadidura, cuentan con un grupo de Facebook donde suben versiones digitales de los libros, para quien no disponga del dinero para obtenerlos en físico. Asimismo, entre sus actividades destacadas del año, representaron a la UAGRM en la Feria Internacional del Libro (FIL), organizaron un encuentro en el
Café República durante una tarde ininterrupmida de lectura, y presentaron las obras leídas en sus reuniones durante la ExpoCiencia.
Silvia Justiniano, coordinadora general del Club de Lectura de Comunicación, lee de 2 a 3 libros mensuales y cree que las cualidades de un buen lector son, en primer lugar, saber decidirse por un género o autor, y después darse espacio de tiempo para leer, ya sea de media hora o una hora diaria. “Tiempo en la noche, mientras vas en el micro… también hay audiolibros”, afirma. En relación a su equilibrio estudios-trabajo, asegura que su papel de coordinadora general no es un obstáculo: “Me ha gustado inducir a otras personas que no les gustaba el hábito”. Entre sus planes a futuro está el estudiar Filología, para llegar a ser escritora profesional, puesto que, por el momento, se dedica a la escritura online en el sitio Wattpad.
Valeria Vidal, presidenta del Readers’ Club, tiene sus propias novelas publicadas en la misma página web. Para ella, un buen lector debe extraer valores de las historias que consume, como el respeto, la humildad y la valentía. Sus hábitos de consumo tienen por preferencia las obras originales o en PDF, en contraste con uno de los miembros de su club, que lee solo libros de segunda mano. Ella es quien más sufre los ajetreos de la administración: reuniones, pedir permisos, organizar trajes, coordinar lugares, etc., pues debe equilibrar entre su pasión por la lectura y sus estudios en Diakonía. A los demás miembros no se les exige más que una o dos veces por semana para dedicar su tiempo al club.
Tal como lo dice su nombre en inglés, el Readers’ Club es un club de lectores, no de lectura: no analizan ni critican libros, sino más bien que se reúnen para compartir sus gustos y participar en las premieres de películas basadas en libros, disfrazados y actuando, puesto que son invitados para promocionar los filmes. La última premiere a la que asistieron fue de Animales fantásticos y dónde encontrarlos: recibían a la gente que entraba a la alfombra roja, diciendo “bienvenidos al mundo mágico”, una frase de la película.Valeria Vidal, presidenta del Readers’ Club, tiene sus propias novelas publicadas en la misma página web. Para ella, un buen lector debe extraer valores de las historias que consume, como el respeto, la humildad y la valentía. Sus hábitos de consumo tienen por preferencia las obras originales o en PDF, en contraste con uno de los miembros de su club, que lee solo libros de segunda mano. Ella es quien más sufre los ajetreos de la administración: reuniones, pedir permisos, organizar trajes, coordinar lugares, etc., pues debe equilibrar entre su pasión por la lectura y sus estudios en Diakonía. A los demás miembros no se les exige más que una o dos veces por semana para dedicar su tiempo al club.
La motivación de los miembros del Readers’ Club para formar su grupo surgió de las ganas de hacer amigos y compartir sus opiniones fuera de las redes sociales: comenzaron con una página de Facebook en 2012, para luego pasar a interactuar mediante WhatsApp y de ahí concretar reuniones, al punto que hoy en día asisten a la FIL para vender mercancía de sus libros favoritos. Debido a que no tienen un lugar fijo donde encontrarse, varían desde ir al Ventura Mall hasta el centro comercial Las Brisas, para compartir comida, juntarse en sus casas, ver películas o desafiarse en juegos de rol. “No me he propuesto mucho, así que yo diría que he logrado más de lo que pensaba”, asevera Valeria.
LA APUESTA POR LO ORIGINAL
La motivación de los miembros del Readers’ Club para formar su grupo surgió de las ganas de hacer amigos y compartir sus opiniones fuera de las redes sociales: comenzaron con una página de Facebook en 2012, para luego pasar a interactuar mediante WhatsApp y de ahí concretar reuniones, al punto que hoy en día asisten a la FIL para vender mercancía de sus libros favoritos. Debido a que no tienen un lugar fijo donde encontrarse, varían desde ir al Ventura Mall hasta el centro comercial Las Brisas, para compartir comida, juntarse en sus casas, ver películas o desafiarse en juegos de rol. “No me he propuesto mucho, así que yo diría que he logrado más de lo que pensaba”, asevera Valeria.
El Grupo Editorial La Hoguera participa en las ferias de libros que se hacen en diversas partes del departamento, así como también dona a las bibliotecas municipales y vende a las escolares. Asimismo, implementa talleres para incentivar la lectura, en coordinación con la Casa del Maestro (institución dependiente de la editorial). Su filosofía de vida es incentivar a la lectura desde la infancia, y se enfoca en crear material para infantes y jóvenes que asisten al colegio, mediante un Plan Lector.
El ser parte de la Cámara Departamental del Libro los habilita para acoplarse a las actividades de esta institución, así como también participar en las ferias que organiza con las autoridades. Para evaluar el impacto de sus actividades, organizan cada año encuentros de escritores con estudiantes que leyeron sus obras.
María José Parejas, subdirectora de Edición Literaria, lee alrededor de 3 libros mensuales, debido a que trabaja creando y revisando propuestas enviadas a la editorial. En cuanto a ocio, trata de acabarse uno cada mes, aunque a veces debe enfocarse más en las exigencias familiares. Con respecto a las cualidades de un buen lector, cree que estas son: paciencia, mayor vocabulario, y empatía. “Al leer y conocer otros mundos, mentes o culturas, uno automáticamente es más empático y tolerante; además cuanto más uno lee, más criterio tiene para analizar mejor la realidad actual”, afirma.
Al igual que La Hoguera, otras editoriales y tiendas literarias coordinan con la Cámara Departamental del Libro para realizar eventos con cierta frecuencia. El objetivo principal es llegar al público que no entra a las librerías y que consume obras de segunda mano, promoviendo la lectura de obras originales. El próximo evento literario es una Feria del Libro Navideña en la Manzana Uno, del 20 al 23 de diciembre, de la cual participará la Librería Rayuela, entre otras.
En este sentido, Ruth Hohestein, propietaria de Rayuela, cree que la cantidad de lectores ha aumentado con el pasar de los años, especialmente en la juventud. Consultada respecto a sus hábitos de lectura, afirmó que no podía dar una frecuencia específica, puesto que lee “muchos libros de a poquito para tener una idea de qué se trata el libro”; no los lee completos, “para tampoco poder darle a la persona el contenido total del libro”, aclara. Su percepción de un buen lector se centra en la perseverancia a la hora de leer, y en el apoyo a los autores comprando sus libros de primera mano.
Al igual que Hohenstein, a Gabriela Lewy, propietaria de LewyLibros, le molesta que la autoridades fomenten el comercio ilegal de este tipo, pues la Asociación de Libreros de Santa Cruz (Aliscruz), fundada en 2008, es el vínculo entre las famosas casetas verdes de la calle Seoane y la Alcaldía. “Es una afrenta contra la economía, tanto de los escritores como de los libreros que en esta ciudad, donde se necesita tanta cultura y aprender sobre tantos temas para ser buenos ciudadanos y ayudar al crecimiento de este país”, sostiene.
Sin embargo, comprende las necesidades de estas personas: “Uno entiende, a gente necesita comer, vivir y trabajar, pero que busquen trabajos honestos, porque eso es un robo”. En LewyLibros se ofrece literatura de diversos géneros: sociología, filosofía, política, novela, cuentos, poesía, infantiles. A pesar de ello, la sra. Lewy critica que incluso sus clientes van a comprar libros ‘truchos’, debido al bajo precio al que se ofrecen: “El país es un país corrupto, y la gente ayuda a la corrupción”.
En cuanto a la solución, su propuesta es comenzar desde la educación en casa, puesto que los padres tienen la facultad de dar el ejemplo a la familia. “Los padres deberían comprar aunque sea un cuentito original, a su hijo, y decirle: ‘Mira, hijito, esto es lo que tú tienes que aprender a leer, pero en un libro original, porque este autor ha gastado su tiempo, sus pestañas, y quién sabe, los sueños que ha tenido para escribir este libro, ayudémoslo’”, opina la sra. Lewy.
EL GRANITO DE ARENA DE LAS CASETAS VERDES
Alrededor de veinte puestos de material literario de segunda mano se ubican en una acera de la calle Seoane, entre Sara y Santa Bárbara. Allí se puede obtener novelas como El tren de las huérfanas hasta en Bs. 18, mientras que en la Librería-Café Ateneo, entre la Av. Busch y Tercer Anillo, se la encuentra a Bs. 160. Si bien existe un dilema entre el apoyo a los autores comprando su material original y su perjuicio adquiriendo obras piratas, mucha gente suele preferir lo más barato, siguiendo la consigna de “el fin justifica los medios” para culturizarse.
Los comerciantes de esta zona ofrecen libros de todo tipo: desde novelas hasta obras académicas instructivas en Derecho, Medicina e Ingeniería. Una de ellos, Karina Alcón, cuenta su motivación para dedicarse a vender libros de esa manera: “Es un trabajo accesible y un apoyo para los jóvenes en sus estudios”. Su descripción de un buen vendedor de libros es que debe “atender a la clientela con respeto y verificar que estén organizados los libros”. Considera que ella y sus colegas son independientes a la hora de acomodar sus casetas, pero que están subordinados a Aliscruz (asociación ante la cual tienen de 2 a 3 delegados), acatando sus reglas, como el pago de luz y drenaje.
Los libreros suelen disfrutar leyendo su material para saber qué recomendar a la clientela, y se dan tiempo entre venta y venta para ello. Fernanda lleva trabajando tres años junto a su madre, de ocho de la mañana a ocho de la noche. Julio Moisés, por su parte, también ha estado acompañando a su madre, durante 14 años, para vender libros. Otros, como doña Lourdes, llevan 27 años con el puesto abierto de 7 AM a 9 PM.
Estos vendedores adquieren mejor conocimiento de su material y gustos definidos conforme van aprendiendo a diferenciar entre la buena y la mala literatura. Las obras favoritas de Lourdes son las de superación personal: Los hombres son de Marte, El Ser Excelente, etc. A doña Graciela Cabrera, de padres camireños, le gusta Chupa el perro, el ‘best seller’ del famoso video-bloguero HolaSoyGerman. Por otro lado, historias juveniles como Maravilloso Desastre y After atraen más a Fernanda.
Con todo, la lectura en Santa Cruz se incentiva de formas que cada quien decide si aceptar o no. Ferias, reuniones, festivales y eventos pugnan por posicionar a los libros en la mente de los cruceños, quizás algunos con el fin único de obtener dinero, pero otros con el de culturizar al pueblo. Si bien es cierto que 5 de cada 100 bolivianos tienen el hábito de la lectura, aún se puede mejorar esta cifra, para demostrar que en Bolivia existe gusto por esta actividad tan enriquecedora y esencial en la formación de la persona humana.
DATOS
De acuerdo a una encuesta aplicada a lectores habituales (muestra de 20 personas), consumir literatura despertó interés por escribir en todos ellos, excepto al 15%. Todos consideran que la literatura ha influido en sus vidas, más que nada en cuanto a hábitos de estudio, seguidamente del trabajo, y un poco menos en cuanto a salud. Si bien la lectura no ha influido en sus vidas amorosas, el 20% prefiere el género literario de romance por encima de otros; esto podría significar que el amor es un sentimiento por el que sienten vergüenza, y que prefieren contemplar en historias escritas acerca de personajes ficticios.
Según la mayoría, el hábito de la lectura es actividad de ocio imprescindible de su vida diaria. A pesar de ello, 3 de cada 7 personas la consideran una actividad de importancia media, aunque nadie la toma como el hobby menos relevante de su rutina. En cuanto al formato, poco a poco van adoptando cada vez más la lectura digital como favorita, pero por ahora conforman una minoría del 15%, frente al resto que prefiere el papel antes que la pantalla.
Acerca de los hábitos, más de la mitad dedica una vez por semana de tiempo a los libros, al menos ojeando algunos capítulos o páginas, sin necesariamente terminarlos por completo. Uno de cada cuatro lectores se dedica mensualmente a dicha actividad de ocio, mientras solo el 20% lee diariamente.
Finalmente, los lectores no temen a la hora de describir su principal motivación para elegir qué tipo de literatura adquirirán. Para un 35%, la información de la sinopsis o contratapa es la más decisiva, es decir, se basan en un resumen clave del contenido presentado en el libro para saber si lo quieren adquirir o no. Con apenas 5% de diferencia están los que se apoyan en recomendaciones de amigos y parientes. Uno de cada cinco se decide por el género o temática para escoger una obra, lo que demuestra cierto conformismo debido a la amplitud del factor. El título de la obra y los artículos de revistas, periódicos o Internet son lo que menos se toma en cuenta a la hora de escoger qué libro leer.
FUENTE: https://elinformanteuagrm.wordpress.com/2017/01/07/diagnostico-del-incentivo-a-la-lectura-en-santa-cruz/
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