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La visceralidad del recién asumido presidente norteamericano Donald Trump trajo de cabeza estos días al gobierno mexicano. En una semana cumplió lo que prometió como candidato, mostrando su fuerza sobre los temas: muro, inmigrantes ilegales y TLC, al dejar en evidente pasmo y “fuera de juego” a la diplomacia del (cuestionado) presidente Enrique Peña Nieto, quien en este inusitado trance salió favorecido por el discurso de la “unidad nacional” además del respaldo de (uno de los hombres más ricos del mundo) Carlos Slim y otros actores públicos. El apoyo sin lugar a dudas, ante una amenaza mayúscula, debe otorgarse a cualquier gobernante en turno, pero tal acción debe desmarcarse de oportunismos, coyunturas e intereses políticos. Requiriendo que la sociedad civil exija firmeza, transparencia y contundencia. ¡Cuidado! con las prácticas de que a nombre de la “unidad”, se llame antipatriotas a quienes critiquen opacidad de acción, o negociaciones paralelas.
Las bravuconadas y respuestas fueron insólitamente reducidas al mundo virtual (twits) y el nuevo escenario definió posiciones tibias, situación que obligó a precisar claridad en un gobierno acostumbrado a negociar asuntos internos con doble moral “en lo oscurito”.
Y digo “definió, visibilizó” porque obligó al gobierno priista a dar la cara y mostró a un “gringo” (del sistema norteamericano) “tal cual”, es decir primero sus intereses (incluido racismo) e imposiciones económicas a cualquier precio. Todo lo demás son accesorios irrelevantes.
Quién lo diría un par de años atrás, la artillería de contenidos mediáticos cercanos al poder, defendía el libre mercado, la globalización y se ufanaba de consolidar nuevos derroteros. Hoy la posición proteccionista de Trump respecto del TLC dejó literalmente “desnudos” a tales opinadores.
Es un “Negotiator” y no un “Terminator” ironizó el magnate Carlos Slim en inusual conferencia de prensa (ayer) además de remarcar que le sorprende la “unidad nacional” y que el mejor muro es “generar oportunidades de empleo, inversiones, actividad económica, reactivar mercado nacional, hacer más eficiente el presupuesto público y ofrecer oportunidades a la población, impulsar integralmente el desarrollo, mayor transparencia y control de la corrupción”, entre otros. Y remarcó “faltan políticas públicas para reducción de la pobreza, exclusión y desigualdad en el país”.
Nada extraordinario, que no se supiera antes (en términos reales) excepto la multitudinaria e inusual conferencia de prensa a la que convocó, sus planteamientos centrales son añejas aspiraciones que el neoliberalismo y la alta burocracia dorada sepultó con el Tratado de Libre Comercio (gestión de Carlos Salinas de Gortari) para “salir de la pobreza”.
Por cierto, escenarios de los noventa que favorecieron a magnates como él y que contribuyeron –paulatinamente- al desmantelamiento del país vía tercialización, pérdida del poder adquisitivo y pésima distribución de la riqueza, entre otros. Las voces, estudios y foros que advirtieron del peligro en ese entonces son múltiples, aunque en su momento fueron señaladas de anticuadas y contra el progreso de México.
Sin dejar de lado el peligro real del “negociador” –como dice Slim- considero no hay que olvidar la imposición del “gasolinazo”, además de la espiral inflacionaria que seguirá causando estragos.
Algunos datos para la reflexión: 1. En actuales declaraciones, el gobernador de Michoacán afirmó “Vamos a recibir y apoyar a los deportados”. El estado tiene aproximadamente 4.5 millones de trabajadores en la Unión Americana, y la micro economía cotidiana del Estado ha sobrevivido de las remesas a lo largo de décadas, así que se necesitaran más que palabras para enfrentar la nueva situación. 2. En la actualidad, en algunas instituciones privadas un profesor universitario llega a percibir por hora académica el equivalente a 3.5 dólares y el salario mínimo por ocho horas en el país está a 3.8 dólares. De tal manera que, atravesamos una histórica crisis tanto externa como interna y habrá que actuar en consecuencia cada quien desde su trinchera.
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TLC o TLCAN. Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), o en inglés North American Free Trade Agreement (NAFTA). En 1994, entra en vigor este Tratado de Libre Comercio, creando una de las zonas de libre comercio más grandes del mundo y estableciendo la base para un crecimiento económico de mayor prosperidad (objetivo económico inicial) para Canadá, Estados Unidos y México.