Foto 1 @ Procesofoto
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Santa Cecilia (Estado de México) enero 5, miércoles, una hora después del medio día. El rumor se empieza a difundir como onda expansiva en la zona conurbana de Tlalnepantla, la sicosis colectiva serpenteando se desplaza y trepa de intensidad, se alimenta de rumores y saqueos reales, de ira y temor. Dos horas después continua su avance entre calles y avenidas (Toltecas, San Rafael, Santa Cecilia, etc) también en el transporte público, va creciendo de boca en boca, a su paso deja “cortinazos” cierres de locales chicos, medianos y centros comerciales. De manera paulatina se van vaciando las calles.
¡Ahí vienen, los encapuchados, están atracando todo! al apurar camino se podía respirar un ambiente tenso. Angustia y miedo de enfrentarse a lo desconocido a actos vandálicos que aprovechando una justa inconformidad por la liberalización de precios de los hidrocarburos (a partir del 1 de enero) estaban causando pánico. El contexto previo desde diciembre ya vaticinaba un infeliz año 2017. Transitamos -entonces- terrenos peligrosos, aunque para los 22 millones de habitantes de esta megalópolis las protestas (dentro y fuera de la ley) continuan siendo menores.
Enojo social, desconfianza y hartazgo del dispendio de la clase política en general, promesas incumplidas, falsa retórica de medios y canales tradicionales. Discurso sistémico aliado hasta el absurdo a intereses económicos y políticos que durante años “domesticó/adormeció” la conciencia mexicana a niveles de apatía que atentan el sentido común, tanto que hasta el nuncio apostólico (en la Basílica de Guadalupe durante la clausura del Jubileo, Orden de los Dominicos) Franco Coppola afirmó: “es una vergüenza que en México exista tanta pobreza y desigualdades, una de las cosas que me han impresionado es la gran desigualdad que hay, un país que por muchos lados es muy desarrollado, pero cuantos pobres”. En el contraste aquí viven empresarios considerados los más ricos del mundo (entre ellos Carlos Slim) y existen zonas exclusivas, de grandes capitales y rascacielos como Santa Fe (parecen ser de otro país) a pocos minutos Tacubaya, que categóricamente nos recuerda carencias y pobreza de las mayorías en esta ciudad.
El impacto del rumor sigue causando estragos en algunas delegaciones, ciudades y Estados (escucho reportes en Radio, algunos hechos se comprueban, otros no) reviso mi celular y activo el internet. El efecto multiplicador es apabullante en redes sociales, me llegan replicas de mensajes atemorizantes. El caos parece aproximarse.
Otra vez la zozobra, en ese paréntesis rememoro días aciagos de un golpe militar en Bolivia (1980) o cuando fui retenido (junto a otros pasajeros de Bus) en medio de la nada, en plena la selva centroamericana (1991) durante un conflicto armado. Lo subrayo, para transmitir esa mezcla de temor, desconcierto e indignación que se siente, cuando sube en latidos y nos hace apretar los dientes. Hay que vivir esos momentos, para entender la “otredad”, lo destaco como respuesta a muchos analistas y “opinadores” mediáticos que posteriormente con burla y sorna ridiculizaron en sus espacios tales muestras de descontento social.
Ahora me encuentro en un Tianguis de la zona, cerca existe un Bodega Aurrera que esta siendo asaltada, se escucha el ulular de sirenas y ambulancias y varios “puesteros”optan por levantar e irse, otros encajonan su mercancía e ingresan raudamente a locales establecidos de la zona (misceláneas, papelerías, etc.) para resguardar sus valores. Me tocó estar en una farmacia y allí, el nerviosismo es total, también bajan las cortinas con clientes y tiangueros adentro resguardando y preparándose para lo peor, en apronte con machetes botellas y palos. Se escucha agitación, correteos, murmullos y llamadas telefónicas para corroborar información. Al paso de una hora (16:00 hrs) se van calmando los ánimos, pasa la angustia, salen todos y regresan a su cotidianidad a pie, porque no hay transporte público, ni locales abiertos.
Este “gasolinazo” generó noticias que dieron la vuelta al mundo, hechos algunos explicables, lógicos, otros oscuros y delincuenciales. Tal medida económica enardeció a la gente, que canalizó un enojo acumulado durante años y años de abusos de poder, esta salió a las calles y carreteras en todo el país y continúa movilizándose. Unas días después remarcamos que las marchas, protestas y bloqueos protagonizados por ciudadanos irritados/indignados se vieron contaminados por actos vandálicos (bajo sospecha de ser organizados por la autoridad) que saquearon comercios: 500 en todo el país y 120 en la capital. Así se difundió el miedo, un miedo capaz de paralizar legítimas protestas sociales para luego justificar represión militar.
A cuatro días se van aclarando panoramas, en este sentido investigaciones periodísticas (Semanario Proceso) reportan: Un ataque virtual de amplios alcances bien organizada y persistente, una campaña que inundo las redes sociales con rumores, mentiras, terror y desinformación. Parece que, en buena parte, cumplió el objetivo; relegar el legítimo descontento por el gasolinazo y en cambio, colocar el miedo por los saqueos como el tema imperante en la agenda. En todo caso, las consecuencias colaterales de esa “victoria” están resultando catastróficas; elevó la ira y el descontento contra el gobierno que vive sus horas mas bajas.
Con todo, al día de hoy continúan las protestas y marchas (del Ángel de la Independencia al Zócalo) en diferentes horarios en un marco de devaluación del peso e incremento del Índice de Precios al Consumidor (lease inflación). Así que parafraseando a Juan Rulfo “El llano en llamas” es la confianza la que se quemó en la pira de la corrupción extrema, el caldo de cultivo esta activado y no hay vuelta atrás. Tan mal estamos que Luis Videgaray (con el mérito de ser amigo del anti mexicano Donald Trump) regresa premiado por el presidente Enrique Peña Nieto a la Cancillería mexicana (Relaciones Exteriores) como “aprendiz” (declaración propia donde admite no saber nada de diplomacia, pero que puede aprender). Definitivamente son tiempos donde lo insólito rebasa el sentido común.
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Cortinazo (significado coloquial): Cerrar un local comercial de manera abrupta.
Tianguis. Viene del náhuatl “Tianquiztli” que significa “mercado” existía dentro de la zona de Mesoamérica en la época prehispánica. Su forma y contexto han evolucionado a través de los siglos. Este “mercado” es de gran tradición en el México actual, se realiza un día en específico, en alguna zona específica. La oferta de productos es de gran variedad, pero principalmente se expende artículos de primera necesidad.