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NIP. Santa Cruz/ Bolivia (27/09/17). Para el escritor Omar Rincón (1), “El periodista boliviano opina mucho e investiga poco, es muy solemne y poco innovador en formatos y narrativas”, destaca también que suele ser diverso, variado y valiente. Pero Rincón insiste en que los contenidos deben tener rigurosidad periodística, ser interesantes, amenos y cautivar audiencias. Durante una entrevista afirmó que “al periodismo boliviano le falta “autocrítica”, porque ve el mal en otras partes y no reconoce sus debilidades, tanto en la calidad como en el gremio. Hay mucho ego y poca narración…”
Y resalto la última parte que hace Rincón sobre el doble discurso (debilidades) de algunos periodistas, y en mayor escala de propietarios de medios. Quizá le faltó completar que, en algunos casos existe des-solidaridad (2) en el propio gremio y es que actualmente varios trabajadores de prensa de la Red Uno de Bolivia (Canal de televisión de Santa Cruz) mantienen una huelga (49 días) a las afueras de su centro laboral, sin goce de sueldo. A pesar de contar desde hace dos meses con un Laudo Arbitral favorable, continúan siendo ignorados y minimizados.
Hace mes y medio, escribí “para quienes alguna vez trabajamos en el área de prensa (medios privados de televisión), conocimos la precariedad del personal de base, y el esquema (sueldos) de reporteros de primera y segunda. En este sentido, las demandas actuales -en mi opinión- son justas (pago de horas extras, dominicales, aumento salarial, estabilidad laboral, dotación de equipos y materiales para coberturas de hechos noticiosos que involucran riesgos, apoyo en caso de agresiones sufridas en el ejercicio laboral) y de aplicarse tales medidas beneficiará la productividad de toda la fuente laboral”.
Luego me llamó la atención que los pocos periodistas que entrevistaron a los líderes de dicho movimiento, diferenciaban “mandos medios” (gerencia, recursos humanos, jefes directos de huelguistas, etc) de los “propietarios”, atribuyendo leonina función a los primeros y casi disculpando a los dueños (empresarios exitosos y sensibles a los trabajadores –afirmaban-). Sin embargo, en cualquier medio privado, los que están en la cúspide de la pirámide empresarial son los primeros en enterarse, por lo tanto su responsabilidad es directa y también su capacidad de solución.
En este sentido, creo se apostó y sigue apostando al desgaste e invisibilidad de los paristas. Insólito, esto ocurre en un escenario político donde se supone los trabajadores son protegidos por el Gobierno, el Ministerio de Trabajo y la nueva Constitución (Excepto que exista un pacto de favores o connivencia entre poderes del empresariado local con el régimen actual). Seguramente pasada las fiestas septembrinas se dilucidaran varias dudas al respecto.
A propósito de los temas de la agenda pública local, vale la pena recordar que:
“La tensión entre el ejercicio de las libertades –de información y de opinión- no siempre se resuelve favorablemente para los ciudadanos. La concentración económica que a nivel mundial caracteriza al desarrollo de la industria mediática, y de la cual Bolivia no es la excepción, amenaza con una selectividad noticiosa sobre qué es lo relevante para informar a la sociedad. El debate sobre la verosimilitud de los hechos y la objetividad de los mismos permiten que eventos socialmente relevantes permanezcan ocultos o que se destaquen hechos intrascendentes para el desarrollo del conjunto social, ocupando la escena de la opinión pública nacional. De este modo, la visibilidad social es resultado de la realidad que se construye en los medios” (3).
Por otro lado, el conflicto laboral, desnudó aspectos negativos, como diría un experimentado periodista (al ser entrevistado por este medio virtual): “Las demandas son justas y evidencia la existencia de periodistas de primera, segunda, tercera y hasta de cuarta. Evidentemente los que habitan el sector confortable (de confort) seguirán su doble discurso indolente porque su prioridad es mantener a toda costa su estatus económico”. Entonces quizás sea positivo, abrir la caja de pandora para dignificar al periodismo cruceño y lograr una mejor preparación y estímulo económico de sus integrantes.
Y es que la falta de preparación en general hace que la profesión se base en el “periodismo de declaración” (4), el cual se supedita comodina y exclusivamente a dichos, opiniones y afirmaciones de los personajes públicos, asumiéndolas como sentencia probatoria pero que se deslinda de las mismas cuando estas contradicen los hechos.
Al respecto una editora (de un medio nacional) afirma “Y es que el periodista boliviano en general, debe entregar hasta cinco o seis notas diarias con temas tan diversos que difícilmente abordará otros géneros, ni hará investigación. Lamentablemente”.
En conclusión debemos dejar de lado apatía, indolencia y tolerancia a lo deshonesto. Y racionalizar que somos parte activa y responsable de la construcción de nuevas audiencias (auditorio que recepciona nuestros contenidos), tema que por su amplitud abordaremos en futuras entregas.
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(1) Omar Rincón, desde hace años dicta talleres para periodistas en Bolivia con el apoyo de las Fundaciones Friedrich Ebert Seitung, para el Periodismo y la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación. Omar Rincón es ensayista, periodista, profesor universitario, crítico de televisión y autor audiovisual. Investigador y profesor de Comunicación y Periodismo de la Universidad de los Andes.
(2) El prefijo “des” revela negación u oposición, en este caso de solidaridad.
(3) Edgar Esquivel, Dolly Espindola. Profesores e investigadores del Departamento de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Cuajimalpa.
(4) Tomado de Omar Raúl Martínez, Semillas de periodismo. Ética, información y democracia. Universidad Autónoma de Nuevo León, Article XIX y Fundación Manuel Buendía. México DF. 2010.