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NIP 14/09/16 (CDMX). La respuesta en los hechos es simple: Nada. Porque la indolencia, desmemoria, conformismo y simulación reproducen el actual estado de las cosas. Y simular es continuar reforzando una doble moral donde predomina “gandallismo” y soberbia. El país del “no pasa nada”, así nos lo restregan en la cara constantemente medios internacionales.
Habitamos un México que en general, a pesar de su tamaño y población no se acaba por desarrollar y seguimos sufriendo males endémicos como inseguridad, hambre, retraso en infraestructura y corrupción. Y todo en franco aumento, la administración pública es pues, inoperante.
Pretextos como: La crisis viene del exterior, es en todo el mundo, actuaremos con la debida responsabilidad, el país debe apretarse el cinturón. Son discursos oficiales sabidos sexenio tras sexenio. Un mensaje reforzado por medios y periodistas en maridaje maloliente hacia poderes fácticos.
Sin embargo, en los últimos tiempos el escenario ha ido cambiando, la tecnología exclusiva antes de sectores pudientes, se fue popularizando. Y a pesar del lado oscuro (que en otra ocasión abordaremos), hay aspectos positivos a resaltar: Denuncia ciudadana, registro y difusión (audio/video) de delitos, abusos, injusticias, además de transmisión en tiempo real.
En este contexto, la generación “millennians” hace cimbrar paradigmas antiguos y también programaciones de (otrora) poderosos consorcios mediáticos (televisa y tv azteca) ya que a los jóvenes en su mayoría no les atrae la televisión tradicional, ahora buscan respuestas y contenidos (de un sesgo diferente) en carreteras de información virtual: webs, blogs, canales de video, plataformas y redes.
Hay un evidente hartazgo y retroceso que el gobierno se niega a ver y que de todas maneras existe. El naufragio social y económico del presidente Peña Nieto es evidente (aun así, las políticas neoliberales continúan), la inconformidad se desborda y se nutre de estudiantes, desempleados, amas de casa, empresarios, académicos, analistas nacionales y extranjeros.
Los hechos de impacto se fueron sumando (de mal en peor): Aumento de víctimas mortales por el narcotráfico, la casa blanca de Angélica Rivera, los 43 de Ayotzinapa, Malinalco (casona de Videgaray), los viajes de la familia presidencial, la connivencia para favorecer gobernadores corruptos, la ratificación de Castillo en la CONADE, la exhibición del plagio (29 por ciento) de tesis, la insólita e indignante visita de Donald Trump, el incremento del dólar (llegó a 20 pesos), entre otros. Reflejan desaciertos, ineficacia e insensibilidad. Y aún faltan dos años, imagínense.
Así que volviendo al ¿qué sigue después? o ¿cuál es el punto de inflexión? Creo se abre una opción en esta coyuntura histórica “alzar la voz, protestar y exigir” como sociedad (a pesar de nuestras diferencias). Dejar de lado la tolerancia a lo deshonesto y la apatía. Empoderarnos para exigir mejores resultados. En este sentido mañana (Día de la independencia) habrá una marcha apartidista (Renuncia ¡ya!) que saldrá a las 17:00 horas de El Ángel al Zócalo capitalino, precisamente para visibilizar estos graves pendientes. Esta a prueba nuestra capacidad de articulación y valor ciudadano.
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(*) Periodista (EPCSG) y Economista (UAM-A)
Artículo de opinión (anterior). ¿Qué sigue después? Parte I
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